En el marco de Expo2R, una de las ferias de motocicletas más importante del país y que se llevó a cabo la semana pasada en Corferias de Bogotá, se realizó el foro de seguridad vial “La vida, en dos ruedas”, organizado por la Federación Interamericana de Periodistas del Automóvil (FIPA), capítulo Colombia.
Conscientes de su responsabilidad social y de que el periodismo, además de informar de forma veraz y profesional, puede convertirse en un puente positivo entre las marcas y los consumidores, los miembros de FIPA se dieron a la tarea de reunir a un grupo selecto de expositores, quienes desde su visión y experiencia dejaron aportes valiosos que, de seguro, sirven para mejorar las prácticas en las vías y con ello reducir las altas tasas de accidentalidad.
Se aprovechó un evento que involucra a los motociclistas a sabiendas del protagonismo que tienen tales actores en el tema; de hecho, el objetivo principal del foro, primer evento académico que organiza FIPA en Colombia, es despertar consciencia y dejar sembrada una semilla, pues cualquier esfuerzo que se haga es válido para procurar disminuir las cifras de siniestros viales.
Los especialistas invitados al foro fueron: Jorge Riveros, asesor de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV); Alfredo Albornoz, representante del Automóvil Club de Colombia y de la Federación Internacional del Automóvil (FIA); el capitán John Fredy Fandiño, de la Policía de Tránsito y Transporte de Bogotá; la doctora Sandra Moreno, del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses; Hilda María Gómez, investigadora del Delft Road Safety e Iván García, Director Ejecutivo de la Cámara de la Industria de Motocicletas de la ANDI.
Las motocicletas mueven a Colombia
Como antecedente, vale decir que las más recientes cifras del parque automotor colombiano revelan la importancia de la movilidad en dos ruedas: según los datos del RUNT, al cierre del 2023, el parque automotor registrado llegó a 18.952.113 unidades, de las cuales 11.609.028 eran motos.
Es innegable que la motocicleta se convierte en el medio de transporte que más ayuda a dinamizar el parque automotor en Colombia: por cada vehículo registrado en el parque automotor hay siete motocicletas activas en el país; así mismo, mientras en el 2010 la diferencia entre motos y el resto de automotores en el país era del 4% a favor de tales vehículos de dos ruedas, ese margen actualmente se amplío al 71%, según cifras de la Cámara de la Industria de Motocicletas de la ANDI.
“Menores tiempos en los desplazamientos (viajes más rápidos), la economía en los gastos operacionales, la excepción en pagos de impuestos y rodamiento (motos de menos de 125cc), el poco espacio para estacionar que existe en las ciudades y el no pago de peajes”, así justifica este auge Jorge Riveros, asesor de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV).
También es claro que la motocicleta se ha convertido en una herramienta de trabajo y en un medio para generar ingresos adicionales a los hogares de menores recursos; al respecto, según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida del 2023, hecha por el DANE, cerca del 90% de los hogares colombianos con motocicleta pertenecen a los estratos 1,2 y 3.
Es evidente el crecimiento exponencial de los vehículos de dos ruedas en el país, pues entre el 2001 y el 2023 se experimentó un alza en las ventas del 193%. El problema radica en que los usuarios de motos se han convertido en las principales víctimas de fatalidades viales en el país. Según datos de la Cámara de la Industria de Motocicletas de la ANDI, los motociclistas fueron el único actor vial con crecimiento en fatalidad vial el año pasado (5.213 casos, con una variación promedio del 23%).
Si bien Riveros señala que en 2024 se reporta una disminución del 4% en los siniestros viales, el especialista no oculta su preocupación por lo acontecido en 2023, cuando se registraron 8.546 muertes en las vías, “el más alto de la historia, lo que quiere decir que, en ese periodo, cada día 23 personas perdieron la vida”.
En ese cometido, la ANSV tiene su enfoque “Visión Cero”, que apunta a cero muertes, una meta muy ambiciosa que con las buenas prácticas y el entendimiento de lo que sucede en las vías, podría estar más cerca. “Debemos entender que hay una corresponsabilidad compartida y que estamos sujetos al error humano. Pero se pueden tomar medidas, como las velocidades más seguras, la planificación de los viajes, el cumplimiento de las normas de seguridad, el mejoramiento de la infraestructura, además de más control y seguimiento a la pedagogía y mayor capacitación de los vendedores de motos”, señala el asesor de la ANSV.
Los motociclistas sí pueden cambiar
Alfredo Albornoz, representante del Automóvil Club de Colombia (ACC) y de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), entidad que trabaja de manera decidida en la seguridad vial, compartió en el foro un experimento interesante y habló sobre la supervisión como herramienta para cambiar hábitos.
El delegado del ACC hizo un llamado de atención a las marcas que, si bien tienen como razón de ser las ventas, deberían estar más atentos a estas iniciativas educativas, como la planteada por FIPA, pues para él se trata de una acción conjunta entre los empresarios, las autoridades y todos los gremios involucrados en el sector.
“Nos dimos a la tarea de hacer un ejercicio con dos empresas en Bogotá y otra en Cali y Barraquilla, respectivamente. Equipamos 15 motocicletas con GPS para hacer un seguimiento diario sobre los comportamientos e hicimos una división de dos grupos. Con uno de ellos no hubo retroalimentación, pero con el otro se hizo una socialización sobre la velocidad, las aceleraciones bruscas y el llamado ‘zigzagueo’, pero además de la capacitación hicimos énfasis en la importancia de las personas en el hogar”, explica el delegado del ACC.
Luego de 170.000 kilómetros evaluados se encontraron resultados positivos con el grupo que se trabajó de la mano, con información constante y supervisión. “Entre un grupo y otro se evidenció una diferencia de 36,5% en acciones de riesgo por cada 10 kilómetros, gracias a la retroalimentación y control constante. Esto nos lleva a concluir que los motociclistas sí pueden cambiar los hábitos de conducta, pero para ello se requiere de supervisión e involucrar a las familias”, señala Albornoz.
La policía, aliada en las vías
En su intervención, el capitán John Fredy Fandiño de la Policía de Tránsito y Transporte de Bogotá, coincidió con Albornoz en que “se debe construir a través del conocimiento y sensibilizar las cifras. La prevención vial se puede hacer por medio de la información y de una manera diferente y con mensajes disruptivos. Por ejemplo, en nuestros puestos de control les preguntamos a los conductores quiénes los están esperando en su casa y llamamos a sus familias con un ánimo amable”.
El capitán considera que hay muchas maneras de llegarles a los motociclistas y que a través de la repetición se pueden lograr cosas importantes; así mismo, para trabajar en los comportamientos se pueden hacer acciones a través de los clubes. “Para salvar vidas hay que ser conscientes de una responsabilidad integral. Las normas son importantes, pero debe haber un acompañamiento con actividades educativas y capacitando en las habilidades y destrezas en la conducción de las motocicletas”, señala el oficial.
La mayoría de los usuarios desconoce la gestión en materia de prevención vial que adelantan los uniformados: “hemos realizado 17.670 actividades de prevención, logrando sensibilizar a 571.868 motociclistas. No podemos desconocer que son muchos los factores que influyen en la accidentalidad, pues además de la impericia, la velocidad y los elementos distractores (como el celular), hay otros factores que juegan en contra", agrega el capitán Fandiño.
Que la víctima no sea usted
La visión descarnada de la accidentalidad vial la presentó la doctora Sandra Moreno, de Medicina Legal: “Las cifras muestran que entre enero de 2019 y julio de 2024 se registraron 31.238 personas fallecidas en siniestros que involucran a vehículos de dos ruedas. De este total, 28.492 corresponde a motocicletas; 2.726 a bicicletas y 20 a patinetas. Lo más preocupante es que, al sumar estos tres actores viales, el total de lesiones fatales en las vías asciende al 73,91%. En el tema de motocicletas, específicamente, los más afectados son los conductores, con un 72%, mientras que los pasajeros y peatones se llevan el 15% y el 13%, respectivamente”.
Los números también revelan que las personas más expuestas en las vías son los jóvenes entre 18 y 28 años, pues en el periodo mencionado se registraron 7.926 víctimas fatales en este grupo. Incluso, en la población de menores de edad el número de fallecidos es de 787, lo que no deja de ser preocupante.
La doctora Moreno también compartió cifras relevantes en torno al tipo de lesiones que más se registran en los accidentes en motocicleta: los politraumatismos lideran con 11.695 casos; le siguen en su orden, el trauma craneano con 6.708, el trauma torácico (914), el trauma abdominal (495), el trauma cervical (276), el trauma en extremidades (202) y el trauma pélvico con 103 casos.
Sobre los tipos de siniestros, la estadística de Medicina Legal revela que los choques con otros vehículos son los más comunes (11.313) y le siguen, en su orden, los impactos con objetos fijos o en movimiento (5.613), el volcamiento (2.315) y la caída de la motocicleta a precipicios (215).
El impacto de los jóvenes
Finalmente, Hilda María Gómez, investigadora del Delft, Road Safety, coincidió con los datos entregados por la doctora Moreno: “que los jóvenes sean inexpertos y tengan menor percepción de los riesgos, además del desconocimiento de las normas de tránsito, influye negativamente. A ello hay que sumarle factores como el consumo de alcohol o de drogas y las altas velocidades”.
Como recomendaciones, para minimizar los impactos, la doctora Gómez señala que “se debe trabajar en velocidades más controladas, vehículos con mayor equipamiento de seguridad y vías mucho más seguras. Además, se requiere más educación e información en torno a las legislaciones. Entre los desafíos está la tolerancia y compartir la vía sin conflictos, también concientizar a todos los actores, controlar las prácticas de riesgo y mejorar los esquemas de aprendizaje y los procesos de otorgamiento de licencias. Así mismo, es necesario regular el transporte de niños en moto y responsabilizar a los empleadores (cuando la moto se utiliza como medio de trabajo) para que garanticen una capacitación y ejerzan control de los elementos de dotación”.
Frente al delicado panorama, la investigadora concluye: “se deben sumar planes de movilidad y de capacitación vial, a la vez de hacer entender que la convivencia en las vías es fundamental”. Acá vale añadir que al, final, lo que importa es la vida y la misma no se puede perder sólo por rodar en dos ruedas.