A medida que la escasez de chips compromete la producción de vehículos, los fabricantes deben elegir dónde utilizar esos limitados recursos. Ante la disyuntiva, la respuesta es simple: tienen prioridad los modelos de mayor valor agregado; es decir, los más recientes y costosos, que dejan mayor rentabilidad.
A eso se añade el hecho de que los proyectos industriales que requieren inversiones colosales tardan varios años en recuperarse. Productos como el Volkswagen Gol, por ejemplo, ya recuperaron con creces la inversión, mientras que la nueva plataforma MQB (Polo, Nivus, Virtus y T-Cross) todavía tiene “cuentas que pagar”.
¿Por qué es una buena noticia?
Si tenemos en cuenta que recién ahora los nuevos modelos obtienen relativamente buenos niveles de seguridad, imagínate cómo te "cuidaban" los autos diseñados una o más décadas atrás.
Un ejemplo puede ser el Fiat Uno, que ya cumplió más de 10 años, así de relativo es el tema.
Además de esto, muchos de estos modelos lograron actualizarse desde el punto de vista mecánico, cumpliendo inclusive con normativas de emisiones.
Ante este escenario, ¿qué autos crees que serían candidatos a dejar de producirse?