El sistema de iluminación es primordial en un automóvil. Es cierto, las luces tienen una función específica, pero también terminaron convirtiéndose en parte importante del diseño y la personalidad de un auto, haciendo que, a veces, olvidemos que están en constante evolución tecnológica. Hoy, escuchamos de faros de lupa, LED, luz láser (la evolución sigue), entre otros, pero hubo un momento en que, incluso, los primeros autos carecían de este elemento.
Para encontrar el primer antecedente, tenemos que viajar al origen mismo del automóvil a finales del siglo XIX, cuando los primeros modelos compartían un arcaico sistema de iluminación de candil de petróleo o aceite en aquellos carruajes de propulsión animal.
Literalmente, los primeros coches viajaban a la luz de una vela. Se debe tener en cuenta que, en aquel entonces, la mayoría de los caminos eran rurales y de baja velocidad, por lo que no se requería de mucho más.
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Con la evolución del automóvil y el consecuente incremento de velocidad, surgió la necesidad de mejorar las luces o los faros, fue así que a principios del siglo XX el francés Louis Bleriot presentó los faros de carburo de calcio para vehículos, que, además de incluir un reflector, ofrecían mayor poder de iluminación. Pero había un problema, necesitaban combustible externo y su autonomía de “funcionamiento” era de tan solo cuatro horas, por lo que se debía limpiar el dispositivo y recargarlo.
El siguiente paso evolutivo resultó fundamental en la historia del automóvil, pues la lámpara eléctrica llegó al mundo automotor. El mayor reto para la época fue lograr que los vehículos integraran un generador de voltaje, lo que elevó significativamente el costo del equipamiento.
Los primeros faros eléctricos se introdujeron en 1898 en el Columbia Electric Car, de la Electric Vehicle Company de Hartford, Connecticut (sí, especializada en autos cero emisiones), y eran opcionales. No obstante, una compañía llamada Pockley Automobile Electric Lighting Syndicate integró el primer juego de grupos ópticos completo (delantero y trasero) que funcionaba con una batería de ocho voltios. Cadillac, Peerless y Rolls-Royce fueron algunas de las compañías pioneras en el uso de esta tecnología, por ser de las primeras en ofrecer de serie este tipo de iluminación.
El uso de los faros iluminados con electricidad significó un punto de quiebra en la historia del automóvil, puesto que, básicamente, es el principio usado en todas y cada una de las tecnologías posteriores.