Uno de los retos más anhelados por el hombre, durante toda la historia, es el de tratar de imponer records de velocidad, a pie, en carro, en avión, en moto, en bicicleta, en barco y por cualquier tipo de medio que permita dejar en alto el nombre de quien se proponga lograr un record.
Ahora que se encuentra en furor el ciclismo, vale la pena recordar que a finales de la década de los 70, el francés Jean-Claude Rude, se propuso la meta alcanzar la velocidad de 240 km/h pedaleando una bicicleta, que aprovecharía el rebufo (túnel de succión aerodinámico) generado por un Porsche 935 Turbo, que le iría abriendo paso a la resistencia generada por el viento, para facilitar que pudiera alcanzar tan alta velocidad.
Equipo de primera
Estaba claro que no sería tarea fácil lograr tal hazaña, lo cual llevó a que el jefe del equipo de Rude contactara a su compatriota francés Henri Pescarolo, uno de los pilotos de carreras más prominentes y exitosos de la década de los 70, cuyo nombre, después de 33 apariciones y cuatro victorias, aún evoca muchos recuerdos de las legendarias 24 Horas de Le Mans.
El Porsche 935 Turbo de 800 caballos de potencia, que fue elegido para imponer el récord, hacia parte del equipo Martini Racing y fue adaptado con un ingenioso diseño del techo que incluyó una placa trapezoidal que se extendía por la parte posterior del Porsche para garantizar un máximo rebufo.
Adicionalmente, a lo largo del parachoques, fue incluido un rodillo, con el fin de permitir que la rueda delantera de la bicicleta de Jean-Claude Rude se ‘pegara’ efectivamente a la parte trasera del Porsche 935, asegurándose de que se mantuviera en la estela.
Una bicicleta descomunal
El piñón de la rueda delantera tenía casi la misma circunferencia que la propia rueda, mientras que el piñón de la rueda trasera tenía solo unos dos centímetros de diámetro. Con una revolución de bielas de alrededor de 110 centímetros, la bicicleta tenía una relación de transmisión excepcionalmente grande, logró cubrir una distancia de 27 metros con una revolución del anillo de la cadena. Sin embargo, esto también significaba que, para empezar, la bicicleta debía ser empujada por una motocicleta con una especia de lanza, ya que el ciclista solo no podía generar suficiente fuerza de arranque.
Dificultades en el terreno
La pista de pruebas de Volkswagen en Ehra-Lessien, cerca de Wolfsburg, fue el escenario elegido para la prueba, sin embargo presentaba desafíos adicionales: “Nos dimos cuenta enseguida de que sería difícil”, recuerda Henri Pescarolo. “Había una curva al principio y al final de las rectas”. Condiciones que harían que comenzar fuera más difícil. Jean-Claude Rude tuvo que aumentar la velocidad gradualmente en su bicicleta, pero al mismo tiempo, el Porsche tuvo que conducir lo suficientemente lento para asegurarse de que Rude permaneciera en la estela.
No fue una tarea fácil con un motor turbo de 800 caballos de potencia, lo cual significó un gran responsabilidad para Henri Pescarolo. “Su vida estaba en mis manos”, manifestó el ex piloto de 75 años, quien se encargó de encontrar la velocidad ideal de inicio, controlar la aceleración del turbo del Porsche 935 y estuvo pendiente de que él ciclista permaneciera en la zona protegida contra el viento.
Todo listo para imponer el récord
El miércoles 23 de agosto de 1978, a las 10:30 de la mañana del miércoles 23 de agosto de 1978 comenzó el operativo. Después de un par de intentos de calentamiento, el dúo se las arregla para seguir en la recta. Jean-Claude Rude recibe un impulso con la ayuda de una motocicleta que usa una especia de lanza y es ahora cuando puede comenzar su carrera. “Tenía un poder increíble en sus piernas para poner en marcha la bicicleta y luego encontrar su ritmo. Era un ciclista profesional, sabía el esfuerzo que implicaba, pero para cualquier otra persona hubiera sido una hazaña sobrehumana”, dice Pescarolo.
Un artículo publicado en la revista Christophorus, describió el momento del evento de la siguiente manera: “Jean-Claude Rude aceleró, pedaleando rápido y en ese momento, a una velocidad de 150 km/h, sale de la empinada ladera en el rodillo. Ahora puede llegar hasta la velocidad que se desea: 240 km/h en el tramo de siete kilómetros hasta la sección de medición, Pescarolo, en el Porsche 935, está comenzando a acelerar gradualmente, cuando de repente sucede lo inesperado: Rude pierde el control de su bicicleta. El neumático tubular trasero se desprende y se enreda entre la rueda y el marco. Las ruedas se bloquean y el aro vuela sobre el pavimento. Rude se las arregla para recuperar el control de la bicicleta que está derrapando, ‘como un esquiador’ y se desliza por la pista en el borde, hasta que pierde velocidad y se detiene después de unos cientos de metros, sin lesiones”.
Este fue el primer y último intento por alcanzar el récord, ya que Jean-Claude Rude murió en un trágico accidente el año siguiente.
El actual record
Después de que el francés José Meiffret se convirtiera en la primera persona en superar los 200 kilómetros por hora (204,778 km/h) en 1962, detrás de un Mercedes Benz 300 SL en una autopista alemana, el médico estadounidense Allan Abbott, alias ‘The Flying Doctor’, levantó el listón una vez más el 25 de agosto de 1973: con el telón de fondo impresionante del Bonneville Salt Flats, en los Estados Unidos, alcanzó una velocidad de 223.466 km/h detrás de un Chevrolet de 1955.
El holandés Fred Rompelberg actualmente posee el récord absoluto de velocidad en una bicicleta. Al igual que Allan Abbott, intentó el récord en Bonneville Flats, y en 1995 logró una velocidad de 268.8 kilómetros por hora.