De acuerdo con una investigación de Emissions Analytics, una llanta de automóvil es más contaminante que un vehículo con motor de combustión interna.
A esta conclusión se llegó al comparar las emisiones de masa de partículas del tubo de escape del mundo real con las emisiones de desgaste de las llantas, ambas en conducción “normal”; de acuerdo con el análisis, estas últimas son en realidad alrededor de 1.850 veces mayor que las primeras.
Según Emissions Analytics, la contaminación de los neumáticos de los vehículos es completamente incontrolable, en contraste con las emisiones del motor, reducidas debido a estándares de emisión más estrictos. Al mismo tiempo, no existe una legislación que limite o reduzca estos contaminantes, aunque causan gran preocupación por la calidad del aire.
Para medir las emisiones de masa de desgaste de las llantas, Emissions Analytics utiliza básculas de alta precisión para pesar las cuatro ruedas (llantas y rines juntos, sin separarse) durante al menos 1.600 kilómetros en carreteras reales.
Esto se combina con un sistema de muestreo patentado que recolecta partículas en un punto fijo inmediatamente detrás de cada cubierta, que, a través de una línea de muestra, se arrastan a un detector en tiempo real que mide el tamaño de la distribución de partículas por masa y número. Por lo general, esto mide partículas desde 10 micrones hasta 6 nanómetros.
Esta combinación permite calibrar la señal en tiempo real para la pérdida de masa y, mediante el uso de la distribución de tamaños, se puede estimar la proporción de partículas que probablemente se encuentren suspendidas en el aire.
Cuanto más grandes son las llantas de un automóvil más contaminación causan. Las cifras de Emissions Analytics determinan, por ejemplo, que un Volkswagen Golf propulsado por llantas nuevas y correctamente infladas emite 5,76 gramos de partículas por kilómetro, mientras que el motor genera solo 4,5 miligramos/km de emisiones.
Esta cifra sería mucho mayor si las llantas no estuvieran debidamente infladas, si fuesen de una marca de la categoría “económica” o si el auto se desplazara por un camino más duro y peor que el asfalto.
Por lo tanto, el desgaste masivo de las llantas nuevos es 16 veces mayor que el máximo permitido del tubo de escape, pero resulta 3.650 veces mayor que las emisiones reales del tubo de escape.
Al considerar las emisiones promedio en la vida completa de una llanta, esa prima cae a las 1.850 veces mencionadas anteriormente. Este exceso de emisiones bajo una conducción agresiva debería implicar mayor riesgo en los autos eléctricos (EV), puesto que pesan más y su mayor torque pueden provocar un rápido aumento de las emisiones de partículas de las llantas.
La media tonelada de peso de la batería de un EV puede generar casi 400 veces más emisiones de las llantas, frente a las que produce el tubo de escape del mundo real. Sin embargo, es importante decir que un conductor de auto eléctrico, con el beneficio del frenado regenerativo, puede cancelar las emisiones de desgaste de las llantas por el peso adicional de su vehículo, para lograr un menor agotamiento de los neumáticos que un vehículo con motor de combustión interna mal manejado.