En Houston, Texas, al sur de EE. UU., un incidente vial sacudió los noticieros, debido a la particularidad del suceso y el que estuviese involucrada una de las marcas más pujantes de los últimos tiempos, Tesla, propiedad del multimillonario Elon Musk.
Lo que pasó fue que un Tesla Model S se estrelló contra un árbol al salirse de una curva de alta velocidad, incendiándose por la brutalidad del impacto. Según los bomberos que llegaron al lugar, se tardaron cuatro horas en sofocar el incendio, alimentado por el litio de las baterías que no paraban de explotar.
Lo más relevante del caso es que, según la policía local, ninguno de los cadáveres de los ocupantes estaba en el asiento del conductor, por lo que se presume que estaban haciendo mal uso del denominado “Autopilot” de Tesla.
El incendio consumió casi toda la estructura del Tesla Model S.
Dicho sistema de conducción semiautónoma ha sido señalado anteriormente por sugerir, según su nombre, (“piloto automático”) que el auto se maneja completamente solo. Se han presentado varios casos de conductores accidentados mientras dormían una siesta o no prestaban atención, cuando la marca especifica en la letra chica que siempre se debe estar atento al volante y que, en realidad, no es un piloto automático, sino una ayuda a la conducción.
Los investigadores intentan determinar si se desplegaron los airbags y si el vehículo tenía activada la conducción asistida.
La Agencia de Seguridad en Carretera de Estados Unidos (NHTSA, por sus siglas en inglés) estudia la posibilidad de imponer normas para garantizar la atención de los conductores al volante, al tiempo que nuevos recursos de automatización en la conducción se implantan en la industria automotriz. Esta misma agencia también investiga varios accidentes de vehículos eléctricos Tesla durante el uso del sistema de conducción asistida.