Bien sea con o sin contratiempos, existen automovilistas que les gusta manejar con exceso de velocidad, sin importar que ponen en riesgo su vida y la de los demás.
Aunque manejar a velocidades altas hace que el recorrido se complete en menos minutos, la realidad es que el ahorro es mínimo si el mismo viaje se hace a una velocidad moderada.
Para que exista un margen de diferencia marcado entre manejar rápido y hacerlo de manera normal, habría que conducir más de 200 kilómetros, pero, aun así, esta ganancia de tiempo no se justifica frente a salvaguardar la vida.
Inclusive por muy precavido o experto que sea al volante una persona, no se pueden evitar los errores de otros automovilistas o las fallas mecánicas. En caso de que esto llegue a ocurrir, hay que considerar que el tiempo de reacción no es el mismo si se conduce a alta velocidad.
Volviendo al tema de cuánto tiempo se puede ahorrar en una distancia relativamente corta, en realidad es muy baja; sin embargo, la probabilidad de sufrir un accidente aumenta exponencialmente. Para demostrar que no vale la pena querer ganar tiempo al tiempo, conduciendo al límite, basta con hacer una serie de cálculos; pongamos como ejemplo un viaje en carretera de 100 kilómetros:
90 km/h = 66 minutos
110 km/h = 54 minutos
120 km/h = 50 minutos
130 km/h = 46 minutos
140 km/h = 42 minutos
150 km/h = 40 minutos
160 km/h = 38 minutos
Claro que este cálculo matemático supone que se puede mantener una velocidad constante y sin disminuir la velocidad por el tráfico, las señales o las curvas en las carreteras. Por lo que, en realidad, la diferencia de tiempo es menor a cuatro minutos, como lo demuestra la tabla anterior.
Ahora bien, si se lleva esta fórmula a un recorrido de pocos kilómetros, el ahorro de tiempo es mínimo; lo que si aumenta es la probabilidad de tener un accidente. Está comprobado que el exceso de velocidad está involucrado en aproximadamente el 13% de los accidentes y en el 33% de los accidentes fatales.