Las ilusiones de los tifosi de ver ganar a Ferrari en el Gran Premio de Italia de Fórmula 1 quedaron aniquiladas por el neerlandés Max Verstappen (Red Bull), invencible en Monza, gracias a una estrategia que fue mucho más efectiva que la empleado por el monegasco Charles Leclerc (Ferrari).
Verstappen, quien largó séptimo por la penalización de puestos por cambiar piezas de su auto, ya había demostrado su buen andar en la clasificación, en la que fue segundo a solo 145 milésimas del poleman Leclerc.
Foto: Dan Mullan/Getty Images.
Con otros ocho sancionados, entre ellos también el español Carlos Sainz (Ferrari), el mexicano Sergio Pérez (Red Bull) y el inglés Lewis Hamilton (Mercedes), parecía que Leclerc tendría las cosas fáciles como para intentar alcanzar su segundo éxito en la pista italiana, tras el conseguido en 2019.
El campeón vigente encaró la primera parte del GP con llantas blandas y gracias a un ritmo endiablado en solo cinco giros se ubicó segundo. Cuando Leclerc hizo su primera parada en la vuelta 12 para aprovechar un auto de seguridad virtual, el líder del certamen pasó al frente del pelotón y en esa posición siguió hasta que fue su turno de pasar por boxes en el giro 26 para montar compuestos medios.
En la ronda 34, Leclerc volvió a boxes y Verstappen pasó nuevamente al frente del pelotón con 19 segundos de ventaja sobre su rival de la Scuderia y con llantas en condiciones de llegar sin problemas a la meta. A Leclerc, sin embargo, le costó mucho limar esa diferencia en los primeros giros con las llantas blandas.
A cinco giros del final, el abandono del australiano Daniel Ricciardo (McLaren) obligó a una neutralización con auto de seguridad, algo que aprovecharon Verstappen, Leclerc y el inglés George Russell de Mercedes (quien estaba lejos de la lucha por la victoria), para pasar por los pits y poner compuestos blandos para las vueltas finales.
Sin embargo, la carrera no se reanudó por el tiempo que se demoró en sacar el auto de Ricciardo y la carrera terminó con auto de seguridad en la pista, algo que provocó una desaprobación generalizada de los fanáticos. Con este atípico final, Verstappen logró su undécimo triunfo del año (el 31° de su campaña) y dio otro paso hacia el bicampeonato.
