Los vehículos deportivos utilitarios (SUV), comenzaron a ser populares en las ciudades a finales de los años 90, saliendo del campo donde habían sido muy felices en su rústica vida. La Ford Explorer, sin ser la primera en hacerlo, fue la que logró esa popularidad. Pero fue también la Explorer, en 1999, la que llamó la atención por el peligro que representaban ese tipo de vehículos, debido a un problema con llantas Firestone, que se rompían y producían inesperadas volcaduras.
Ese siempre ha sido el peligro de las camionetas: su elevado centro de gravedad las hace más propensas a volcarse, señalando además que este tipo de accidente es más peligroso que chocar. Al final de los años 90, un total de 46 mil personas murieron en Estados Unidos debido a accidentes de tránsito.
A pesar de que solo 0,5% del total de esos accidentes fueron volcaduras, 19 mil personas perdieron la vida cuando sus vehículos volcaron. La mitad de ellos viajaban en un SUV, que en ese entonces eran mucho más escasos que los autos.
Eso produjo reacciones fuertes y estudios sobre cómo enfrentar el problema. Ahora, poco más de 20 años después, se puede decir estadísticamente que los SUV son más seguros que los autos y no necesariamente por haber vencido las leyes de la física.
La National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA), organismo encargado de regular las vías y vehículos en Estados Unidos, procura educar al consumidor para que conduzca con más precaución sus camionetas. Entre sus iniciativas se destaca que en 2006 solicitó a las autoridades la obligatoriedad del control electrónico de estabilidad, el ESP. Este objetivo lo logró en 2011, por lo que dicho recurso es obligatorio en todos los vehículos que se venden en EE. UU. ¿Es la solución definitiva?
La fuerza del volumen
No, el ESP no ayuda tanto como para vencer las leyes de la física. En todo caso, con ese sistema y en un piso plano, tanto un SUV como un sedán patinarán en una maniobra brusca sin volcarse, pero si golpean lateralmente un objeto o caen en un pequeño bache mientras patinan de lado, la mayor altura de las camionetas las hace más propensas a las peligrosas volcaduras.
Al contrario de lo que pasaba a finales de los años 90, en la actualidad hay tantos SUV en las calles que la posibilidad de un choque frontal entre un auto y una camioneta recreativa es mucho mayor que hace dos décadas y, en ese caso, el auto lleva las de perder. Un estudio hecho por la Universidad de Búfalo demostró que, en un choque entre esos distintos tipos de vehículos, el ocupante del auto tiene 7,6 veces más probabilidad de muerte que el de la camioneta.
Incluso si la camioneta es vieja y tiene bajo de nivel de seguridad en las pruebas de impacto y el auto es nuevo y tiene más estrellas de seguridad, el conductor del auto todavía tiene 4,5 veces más posibilidades de morir en ese choque que el del SUV. Es la victoria de la física, la mayor masa de la camioneta produce más daño a la menor del auto.
En resumidas cuentas, la electrónica hace su trabajo y actualmente se reportan más accidentes fatales en autos que en camionetas. Ser más grande, sin embargo, no lo es todo. Como 50% de los choques son frontales y la mitad de ellos se presentan entre las dos esquinas del auto, lo ideal es buscar un crossover bien calificado.
La diferencia entre una camioneta calificada como “buena” versus otra considerada como “pobre” es que en la primera el conductor tiene 46% menos posibilidades de morir que en la segunda. Hoy, comprar un utilitario deportivo es más seguro, hablando de choques, que comprar un sedán, un cupé o un hatchback, pero no se debe olvidar que actualmente existe mayor posibilidad de choque entre dos SUV.
Infortunadamente en nuestro país, circular en un crossover, un SUV o una pick-up representa un enorme riesgo de robo, incluso con violencia. La decisión sobre cuál de esos peligros es más conveniente correr no es nada sencilla, es un simple retrato de nuestra triste realidad.