Una leyenda sin lugar a dudas, Lee Iacocca será recordado para la eternidad, en especial por la industria automotriz norteamericana. Su fallecimiento en Bel Air, Los Ángeles, a los 94 años, enluta a muchos, en especial a cercanos de Ford y FCA, donde hizo históricas contribuciones.
De raíces italoamericanas, Iacocca nació un 15 de octubre en Pensilvania y estudió ingeniería, incluso alcanzando el grado de Master en la Universidad de Princeton.
Sus inicios fueron muy humildes. Partió desde abajo en 1946, como un simple practicante en el área de ingeniería de Ford. Sin embargo, siempre se destacó por un talento innato, un olfato para saber lo que la gente necesitaba. Como todos sabemos, el éxito, las grandes ideas, los proyectos más grandiosos no solo son fundados por personas esforzadas y talentosas, sino porque además estaban en el momento y el lugar indicados, con el equipo indicado. Puedes vivir una vida de éxitos, pero los grandes hits, también requieren esa última gota de suerte. Y Iacocca estuvo varias veces en ese punto.
Su paso por ingeniería se hizo breve, porque pidió que lo pusieran en el área de marketing y ventas que le gustaba más. Como administrador de ventas en la región de Pensilvania, instauró la campaña 56-56 de préstamos automotrices por tres años. Y la campaña fue tan exitosa, que se copió en todos los concesionarios. Esto le valió un telefonazo desde Dearborn para que tomara roles más ejecutivos. Así fue como desde 1956 hasta 1970 fue escalando hasta que se transformó en el presidente de Ford.
El Mustang
Su primer gran hit es sencillamente histórico, ya que hoy en día no es solo uno de los autos más icónicos del mundo, sino que una institución cultural, el Ford Mustang. El mismo Iacocca (antes de que fuera presidente), junto con el ingeniero Donald Nelson Frey concibieron el modelo, como un deportivo compacto que sentara a cuatro personas y que fuera altamente personalizable. Como el presupuesto tampoco era muy elevado, el Mustang debía usar piezas ya existentes en la marca, en este caso del Fairlane y del Falcon. Nadie se esperaba su éxito y mucho menos que liderara un segmento. El Mustang vive hasta el día de hoy y es definitivamente el auto más importante y simbólico de Ford.
Después del Mustang, Iacocca estuvo tras la gestación de otros modelos, como el Lincoln Continental Mk. III, el Ford Escort, el Mercury Marquis y el Mercury Cougar. Aunque también estuvo tras el Ford Pinto, un auto que sabemos tuvo fama de incendiario por la pésima instalación de su estanque de combustible, el que podía explotar en colisiones traseras. Lamentablemente, su relación con Henry Ford II no fue muy buena y en 1978, después de varias desavenencias, lo sacó de la empresa.
Las miniván y los compactos de tracción delantera en Chrysler
Iacocca se llevó sus ideas a Chrysler, una empresa en crisis, donde le dieron carta blanca para salvar a la empresa. Se trajo a su gente y con fortuna se juntó con otro ex Ford, Hal Sperlich, con quienes quisieron liderar alguna vez el proyecto Mini-Max, inspirado en las miniván japonesas. Pero se sabía que Henry Ford II no quería saber nada de ideas japonesas, al contrario de Iacocca. Así fue como tras algunos cambios y modificaciones, nació la Dodge Caravan y la Plymouth Voyager. Sumado a un préstamo gubernamental y una reestructuración, Iacocca puso en marcha a Chrysler y la salvó de la ruina. La miniván americana fue un éxito brutal, así como los modelos compactos de la plataforma K (tracción delantera), como el Dodge Aspen y el Dodge Omni (y sus semejantes de Plymouth), todos proyectos denegados por Ford. La guinda de la torta, fue la adquisición de AMC y con ello, la incorporación de Jeep a las filas del Grupo Chrysler, motivada por los bocetos del futuro Jeep Grand Cherokee, casi como si se anticipara el efecto de los SUV en el futuro.
El declive
Hacia fines de los ochenta, la crisis de la bolsa, sumado a la rápida vejez de los productos de Iacocca y los gastos hechos en época de vacas gordas (como la compra de Lamborghini y Maserati), levantaron una nueva crisis. Y los japoneses, por otro lado, arrasaban con sus productos (de hecho, ahí nació la alianza que tuvieron con Mitsubishi). Iacocca traía gente, pero a los que podían sucederlo, los sacaba rápidamente o finalmente estos sucumbían. Incluso Roger Penske le dijo que no. Y el más idóneo, el carismático Bob Lutz, no sería llamado por Lee Iacocca, ya que como él ha contado públicamente, su personalidad frontal y el hecho de que siempre le vivía enrostrando cosas, le hizo perder puntos. Fue una relación amor-odio que finalmente encontró reconciliación varios años después.
Finalmente, Robert Eaton fue reclutado por el directorio dese Europa tras llevar con éxito las operaciones de General Motors en dicha región. Sobrio y de buen carácter, fue quien finalmente lo sucedió.
La plataforma LH (Eagle Vision), el Dodge Viper y el Lamborghini Diablo, fueron de los últimos proyectos que recibieron la luz verde de Iacocca, quien tras su jubilación aún se mantuvo cercano a la marca, incluso siendo vocero y rostro de esta, el 2005.
Su partida es sentida y su genialidad inigualada, en especial por como abordó varias importantes décadas de la industria automotriz norteamericana, en dos compañías distintas, acertando con ideas frescas en tiempos donde aún había margen para inventar cosas nuevas. Hoy, es tan sencillo como hacer un crossover y esperar que caiga el dinero.