Siguiendo la tendencia de los países de primer mundo, el gobierno francés a través de su congreso de diputados aprobaron la “ley de movilidades”, que, entre otras medidas, está la prohibición de de vender vehículos nuevos equipados con motores de combustión interna (diésel y gasolina) para 2040.
Esta es una de las medidas esterales que ha tomado Francia en el proceso para la transición energética, que tiene como objetivo logre "neutralidad en carbono" para 2050, es decir, que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) sean compensadas por proyectos para disminuirlas. Antes de eso se tiene contemplada una reducción intermedia de las emisiones del 37,5% para 2030.
De la misma manera, la “ley de movilidades” persigue ofrecer una alternativa al uso del auto particular, utilizado por siete de cada diez franceses para ir al trabajo, en todo el país. Para ello, el presidente de Francia Emmanuel Macron invertirá 13.400 millones de euros en cinco años (entre 2017 y 2022) para conseguir dicho objetivo, lo que supondrá un 40% más respecto al quinquenio precedente.
De enero a mayo de 2019, un 58,7% de los automóviles nuevos vendidos en Francia fueron de gasolina y un 34,39% a diésel, los dos tipos que dejarán de comercializarse en 2040 como muy tarde. Por su parte, los híbridos y los eléctricos representaron un 4,98% y un 1,76%, respectivamente.