Era 1933 y en el marco del Salón del Automóvil, Adolf Hitler anunciaba su revolucionario plan de movilización popular, que conectaría las ciudades y regiones de Alemania mediante una nueva red de carreteras. El único problema, la gran mayoría de las personas no tenían auto.
Esto dio origen al requerimiento para el desarrollo del auto del pueblo, por su traducción al alemán “Volkswagen”. Obviamente, tenía que ser barato y fácil de reparar, pero, además. Capaz de transportar a dos adultos y tres niños (una familia), así como de superar pendientes de hasta un 30%, alcanzar velocidades de 100 km/h y entregar un consumo de 7 litros a los 100 km/h, es decir un rendimiento de 14.29 km/l.
Muchas propuestas fueron recibidas, sin embargo, la de Ferdinand Porsche fue la ganadora, y en 1938 fue presentado durante el Auto show de Berlín, nada menos que el Volkswagen Type 1, de inmediato bautizado de manera coloquial como Käfer, es decir Beetle o Escarabajo.
Ya lo sabes, el Vocho utilizaba un motor bóxer de 4 cilindros y 1,000 cc enfriado por aire con una potencia de 24 hp, iba montado en la parte posterior, detrás del eje y estaba asociado a una caja mecánica de 4 velocidades con los tiros más imprecisos que podrías imaginar.
Un año después, en Wolfsburg se construyó la planta desde donde se fabricaría el auto del pueblo, sin embargo, estalló la guerra y la producción se detuvo incluso antes de dar inicio, y en su lugar, la planta empezó a fabricar equipo militar. Ninguno de los 337,000 civiles que habían realizado depósitos al estado para comprar su Volkswagen Type 1 recibieron su auto, sobra decir que tampoco recuperaron su dinero.
La increíble historia del Escarabajo por poco terminó ahí, ya que en 1945 los aliados declararon que todas las fábricas militares de Alemania tenían que ser destruidas y eso incluía a la planta de Wolfsburg.
Por fortuna, un grupo de soldados británicos dentro de los que se encontraba el Mayor Ivan Hirst encontraron un Vocho abandonado en la fábrica y a sabiendas de la enorme necesidad de medios de transporte que había para reconstruir el país, evitaron la demolición y reiniciaron la fabricación del que a la postre, se convertiría en el auto más vendido del mundo.
La popularidad del Vocho creció rápidamente y pronto se convirtió en el símbolo del milagro del resurgimiento de la economía alemana, para 1955 ya se habían fabricado 1 millón de unidades, y los volúmenes siguieron creciendo rápidamente.
En 1972, el Escarabajo tomó el título del auto más vendido del mundo rebasando los 15 millones que había conseguido el Ford Modelo T, sin embargo, para 74, la producción en la planta de Wolfsburg llegó a su fin. Eso sí, como bien sabemos, todavía había Vocho para rato.
La producción en México, en la planta ubicada en el estado de Puebla dio inicio en 1954 y continuó de forma ininterrumpida hasta 2003, momento en que salió el último Vocho de una línea de producción a nivel global.
Está fuera de toda discusión la importancia que tiene el Vocho para México, para poner en contexto, según la marca, se vendieron casi 1.7 millones de unidades en nuestro país. Y yo, como muchos tantos más, pertenezco a esa gran cantidad de mexicanos que aprendió a manejar en un Vocho, y cuyo primer auto también fue uno.
El Escarabajo pasó de ser el símbolo de modernidad de un régimen fascista, a un sinónimo de movilidad para la clase trabajadora de todo el mundo, convirtiéndose después en un icono de la moda e incluso una de las insignias del movimiento hippie. Todo esto, le valió el reconocimiento del auto del siglo XX.
Es cierto que el Vocho fue evolucionando con el pasar de los años, medallón y calaveras más grandes, los interiores fueron perdiendo sus tableros metálicos en favor de unos plásticos y el motor fue creciendo en cilindrada, hasta llegar a ser 1,600 y de inyección electrónica. Si embargo, en esencia, siempre fue el mismo auto. Lo que hace todavía más notable su éxito, ya que diferencia de otros autos súper ventas, que han ido evolucionando con los años, tales como: Corolla, el auto más vendido del mundo y que se encuentra en su doceava generación o bien el Golf, que ostenta el título del auto europeo que más unidades ha colocado en la historia y cuya octava generación ya está a la vuelta de la esquina. Dicho de otra forma, entre el Golf MKI y el actual, lo único en común que tienen es el nombre y el hecho de que son hatchbacks, mientras que el Escarabajo siempre permaneció básicamente igual.
En la actualidad manejar un Vocho es toda una experiencia, son auténticas cápsulas del tiempo y desde el punto de vista de manejo, comodidad y practicidad, resulta difícil de comprender como fue que se mantuvo en producción tanto tiempo.
Ya para los estándares de los setentas u ochentas era ruidoso, lento y poco espacioso, en cuanto al manejo, poco refinado sería una manera muy amable de describirlo; la dirección era pesada, los frenos poco efectivos y siempre olía a gasolina. Y de amenidades mejor ni hablamos, había que conformarse con el radio y un cenicero.
Pero aun con lo anterior, el Escarabajo siempre tuvo un encanto innegable y su mayor virtud radicaba en su fiabilidad a prueba de todo, podías tratar con odio a un Vocho y éste seguiría funcionando siempre, una falla mecánica, si es que se presentaba era tremendamente fácil de reparar, además de barato, fue esta característica la que lo convirtió en la leyenda que es.
El Vocho sin lugar a dudas, es un auto que vale la pena preservar, si ves uno, cómpralo y restáuralo.
En 1994, aprovechando la moda retro que empezaba a gestarse en la industria automotriz global, Volkswagen presentó en el Auto Show de Detroit el Concept 1, que inspirado en las icónicas formas del Vocho, las replanteó en un paquete moderno y atractivo. El recibimiento fue tal, que para 98 el New Beetle llegó al mercado fabricado en exclusiva, en la planta de VW en Puebla para todo el mundo. Este renacido ejemplar, si bien en cuanto a diseño quedaba claro que estaba inspirado en el mítico Escarabajo, en la práctica poco tenía que ver, era nostalgia pura, más bien un tributo y un auto de capricho, pero definitivamente ya no era transportación simple y accesible para las masas.
Para decepción de muchos, Volkswagen decidió emplear la arquitectura y componentes del Golf de la época, con lo cual, el New Beetle el motor era delantero transversal y la tracción a las ruedas frontales. Aun con lo anterior, fue un éxito rotundo y pronto llegó una variante convertible, sin olvidarnos del exótico Beetle RSI, un deportivo de producción muy limitada (apenas 251 unidades), que montaba un motor VR6 de 3.2 litros asociado a una transmisión manual que enviaba la potencia a las cuatro ruedas vía el sistema de tracción integral 4Motion, es decir éste fue el Golf R32, antes de que existiera el Golf R32.
Para 2006, se presentó la tercera entrega perdiendo en el camino esa denominación “New”, quedándose únicamente como Beetle, también hecho en Puebla de manera exclusiva para todo el globo. En esta ocasión, los diseñadores de Volkswagen no solo buscaron apegarse más a las proporciones del Vocho original, sino también dotarlo de una apariencia más musculosa y deportiva. Querían deshacerse a toda costa de esa imagen de coche “cute” lindo, que tenía el modelo saliente. De inicio estuvo disponible una versión 2.0 litros turbo con caja DSG y un alerón posterior que dejaba muy claro que tenía intenciones de también ser un auto para los entusiastas.
Este Beetle de tercera generación también tenía un interior mucho más inspirado en los Vochos de antaño, era mucho más refinado y mejor logrado que su predecesor. Sin embargo, fuera quizá porque la moda retro había pasado o porque aun pese a los esfuerzos de la marca, el Beetle no lograra jamás sacudir ese estigma de coche de niña (sin tratar de agraviar a nadie) que había construido su predecesor, no se lograron los volúmenes esperados y esa es la razón de la versión que hoy nos ocupa.
El Volkswagen Beetle Final Edition representa la despedida definitiva de este tributo al Vocho, según la marca, no habrá marcha atrás, aun cuando mucho se ha rumorado que podría tener como sucesor un modelo 100% eléctrico. Sin embargo, si somos realistas, es muy improbable que eso suceda, vamos, para muestra solo basta ver cuantos años llevan reviviendo a al Combi.
El Final Edition es entonces una edición limitada a 565 unidades que tiene como particularidad que solo está disponible en colores retro Beige y Azul, el emblema de Wolfsburg está presente y la mecánica elegida para nuestro mercado es la veterana planta de 5 cilindros, 2.5 litros con 170 hp acoplada a una caja Tiptronic de 6 velocidades. Para otros mercados hubo motorización turbo y configuración convertible también, una pena, que al menos para este último acto, Volkswagen de México haya optado por una configuración tan genérica.
El propietario del Vocho que ves en las fotografías, un ejemplar 1957 fabricado en Alemania que se encuentra en condiciones dignas de museo (y que además posee 4 Porsches), conduce como auto de diario un Beetle Turbo, y me comentó que inicialmente había pensado en quedarse con un Final Edition, sin embargo, al ver que llegó únicamente con el motor 2.5 decidió no hacerlo, “¿estás de acuerdo que sería dar un paso para atrás?” fueron sus exactas palabras.
Luego de escuchar eso me queda la impresión de que el Beetle Final Edition no va a ser el auto de colección que sí es el Sedán Última Edición, ya que tendría que haber sido un objeto que un fanático del como el afortunado propietario del Vocho clásico de nuestras fotos quisiera poseer a toda costa y no fue así. Siendo sinceros, creo que la marca en México lo despidió por la puerta chica, inconcebible, si además consideramos que Puebla fue el último lugar en donde se hizo el Vocho y en donde se fabricaron en exclusiva el New Beetle y el Beetle.
Sin embargo, lo más triste es la manera en que se despide el Beetle ya que si bien es cierto que, los tiempos cambian y el mercado actual está demandando otras cosas, si podemos recriminar a Volkswagen por rendirse demasiado fácil, ya que estoy convencido que hay espacio para un auto retro y lleno de nostalgia y si no me crees, por qué no volteamos a ver lo que ha logrado BMW con el MINI, o las tres grandes de Detroit con los Mustang, Camaro y Challenger.