Al ser un proceso netamente estético, ya que la pintura no quita ni pone en el rendimiento de un vehículo –solo ayuda a proteger las láminas-, el repintado exige casi que una metodología perfecta para que al final el trabajo brille por su calidad.
De ahí que, ya sean base solvente o base agua, existen variados tipos de defectos con nombre propio, en el caso de las piezas metálicas. Estos se dividen en dos: aquellos que afectan el aspecto visual sin generar daños a la lámina y aquellos que producen cambios en las propiedades de la pintura afectando visiblemente el proceso.
De acuerdo con sus causas, los defectos se clasifican en seis grupos:
- Aplicación y/o proceso: se presentan cuando el defecto se debe a fallas del operario ya sea durante la formulación, la aplicación o por no seguir al pie de la letra el proceso propuesto por el fabricante de la pintura.
- Equipos y/o herramientas: se refiere al uso y/o selección inadecuada de las herramientas, o también por falta de mantenimiento correcto.
- Preparación del sustrato: de acuerdo con el sustrato a pintar, se refiere al inadecuado alistamiento de las pinturas, ya sean de fondo o de acabado.
- Secado: cuando no se respetan los métodos y tiempos de secado.
- Sustrato: se refiere a cuando el proceso no se adecúa de manera correcta o se realiza mal la elección del proceso. Por ejemplo, realizar un proceso en una parte plástica siguiendo el método para una lámina de acero.
- Factores externos: son defectos que se generan por causas externas como es el caso de agentes biológicos y climáticos.
Defectos más habituales
Falta de adherencia: consiste en que la película de pintura, una vez seca, se desprende, en forma de escamas, con facilidad del sustrato. Se puede presentar en diferentes capas: color/barniz, aparejo/apresto, cataforesis/ imprimación y soporte.
Causas y solución: ausencia de limpieza, lijado deficiente e imprimación apropiada. Para corregirlo se debe eliminar por completo la pintura que no tenga adherencia para luego repetir el proceso de pintado.
Lentitud de secado: el proceso se torna lento cuando el tiempo se hace excesivamente largo de acuerdo con las especificaciones de tiempo del fabricante. Por ello la pintura continúa ‘blanda’ aún luego del tiempo de secado.
Causas y solución: aplicación errónea del catalizador (en productos 2K), espesor excesivo de la capa de pintura, diluyente demasiado lento e inadecuadas condiciones de secado como humedad alta, temperatura baja o falta de aireación. Para solucionar este defecto el proceso de secado se debe acelerar mediante un horno o rayos infrarrojos.
Marcado de parches: se trata de un pequeño rizado en forma de estrías alrededor de la zona reparada, que aparece después del proceso de secado. Este defecto se localiza en las capas de color/barniz, aparejo/apresto y masilla.
Causas y solución: aplicación del aparejo en capas gruesas y húmedas, que hacen que el disolvente entre por los bordes de las capas inferiores de las pinturas viejas y las remueva. La masilla de relleno no está suficientemente curada o se ha aplicado de manera excesiva, o la zona biselada no se ha aislado bien del borde de la zona reparada. Para solucionarlo se deben matear y reponer las capas de acabado y, en casos muy extremos, sellar la zona afectada y repintar.
Arrugas: se trata de pliegues en la superficie de la capa de pintura que se originan durante la aplicación, pero también luego de transcurrido algún tiempo. Se localizan en las capas de color/ barniz y aparejo/apresto.
Causas y solución: empleo de productos incompatibles y de distinta naturaleza. La pintura no se ha secado bastante ya sea por baja temperatura o por el catalizador. Se ha empleado un diluyente inadecuado. Para solucionar las arrugas se debe eliminar el acabado afectado y pintar. En casos extremos, se eliminarán todas la capas de pintura para comenzar nuevamente el proceso.
Burbujas de disolvente/hervidos: son burbujas en la superficie de la pintura que se presentan por un secado superficial. En ese caso los disolventes quedan atrapados y al salir al exterior rompen la capa de pintura. Tal defecto aumenta cuando el secado es forzado o se aplica calor de manera no uniforme.
Causas y solución: el diluyente empleado no es el apropiado para la temperatura de aplicación. Temperatura de secado muy elevada o tiempo de espera (previo al secado) excesivo. El intervalo de espera entre la aplicación de distintas manos no ha sido el correcto. Si el defecto no es muy grande, la solución es realizar un proceso de lijado con P1500 o con un abrasivo más fino, puliendo y abrillantando posteriormente. Si no se consigue eliminar, se matea la superficie y se procede a la aplicación del acabado.
Marcas de lijado: se trata de rayas profundas en el sustrato debidas al empleo de la lija. Tales rayas, en formas de surcos, se aprecian en la capa de acabado y tienen forma circular cuando el lijado se hizo con máquina, y longitudinal si el lijado se realizó de manera manual. Se localizan en las capas color/barniz y aparejo/apresto.
Causas y solución: se ha lijado el fondo con un grano demasiado grueso. Secado incorrecto del aparejo previamente al lijado. Ejecución del lijado final con máquina excéntrico-rotativa de órbita grande. La solución para corregir tales marcas es lijar con granos adecuados para que los surcos queden nivelados y así reponer las capas afectadas.
Bajo poder cubriente: la pintura no tiene poder cubriente cuando no enmascara o tapa la tonalidad de la capa inferior. Por ello se aprecian diferentes tonalidades en una misma zona. Este defecto se localiza en la capa de color/barniz.
Causas y solución: dilución excesiva de la pintura que disminuye el poder cubriente. Espesor insuficiente de la película de pintura en alguna zona de la pieza. Bajo poder cubriente del pigmento, que es más habitual en colores rojos y amarillos. La solución es secar el acabado para luego proceder a matear y repintar.
Diferencias de tono: el color aplicado difiere del original por una elección inadecuada de la fórmula de color, o como consecuencia de la elección incorrecta de los parámetros de aplicación (distancia, presión, etc). Este defecto se localiza en la capa de color/barniz.
Causas y solución: utilizar una variante o una fórmula de color equivocadas. Ejecutar erróneamente la aplicación en cuanto a presión, distancia, pasadas, etc. La solución pasa por elegir la variante correcta, que se debe ajustar con los básicos de la misma fórmula. Luego se matea la superficie y se vuelve a pintar. De ser necesario se realiza una comprobación en una probeta
Cráteres y siliconas: se trata de depresiones circulares en la superficie de la pintura que se presentan en capas intermedias y, sobre todo, en el acabado. Esto se debe a la existencia de aceites, ceras, siliconas, etc., que repelen la pintura. Estas cavidades circulares, semejantes a un cráter, presentan diámetros entre 0,5 y 3 mm. Este defecto se localiza en la capa de color/barniz.
Causas y solución: pobre limpieza de la superficie pintada. Presencia de gases de combustión provenientes del medio ambiente (aire aspirado del taller), o productos contaminantes procedentes de emanaciones de industrias próximas. Realizar un pulido o abrillantado con productos que contienen ceras o siliconas. La línea por la que circula el aire comprimido está contaminada por grasa o agua. La solución es realizar un lijado muy fino (grano P1500 o superior) y pulir los cráteres más pequeños. Si el defecto es muy grave, se debe matear la capa de acabado y pintar de nuevo.
Pérdida de brillo: la pintura puede tomar un aspecto sin lustre o mateado por toda su superficie en zonas aisladas, esto por secado incorrecto. Por ello no refleja los objetos con nitidez. Se presenta en la capa superficial y en la de color/barniz.
Causas y solución: Las superficies inferiores no están completamente secas o son demasiado porosas. Empleo de disolventes y catalizadores inadecuados para el trabajo que hay que realizar. Exposición muy larga o excesivamente próxima a las herramientas de secado cuando se efectúa por rayos infrarrojos. Se interrumpió el secado o no se ha realizado correctamente. La solución pasa por reparar la superficie con un abrillantador, y si no resulta suficiente, se debe proceder a pulir. Si el mateado reaparece o no se consigue eliminar, se hace necesario aplicar otra vez la capa de acabado.