Nissan Motor Company ha dado a conocer un plan de restructuración en el que se incluye el despido de más de 12,000 empleados, casi una décima parte de su fuerza laboral, y el probable cierre de algunas de sus plantas.
Este ajuste proviene principalmente por la fuerte caída en las ganancias de la compañía, provocada por un decrecimiento en las ventas y los crecientes costos. Para ser más específicos, el segundo mayor fabricante de automóviles de Japón no tuvo ganancias en el primer trimestre de su año fiscal, tan solo la ganancia operativa descendió un 99 por ciento en el trimestre en comparación con el año anterior -su peor desempeño desde una pérdida en el primer trimestre de 2008-. Por su parte, los ingresos se desplomaron casi un 13 por ciento en comparación con el año anterior. Las ganancias operativas del primer trimestre de Nissan cayeron 98.5% a 1.6 mil millones de yenes ($ 14.80 millones de dólares).
Por desgracia, este mal por el que atraviesa Nissan, está afectando también a otros fabricantes de automóviles. Y es que, ante la desaceleración económica de China, el mercado automotor más grande del mundo, sumado a la guerra comercial que está viviendo con Estados Unidos, la demanda de vehículos ha caído súbitamente.
En el caso específico de Nissan, la situación es un poco más complicada debido a que ha perdido participación de mercado en Estados Unidos, el segundo país que más compra automóviles en el mundo, y Europa. A esto hay que sumar el escandalo de los problemas legales por lo que está atravesando con su ex CEO, Carlos Ghosn.
Como parte del plan de recorte, Nissan reducirá al menos 12,500 puestos en todo el mundo para antes de marzo de 2023 (este es el recorte de empleo más grande desde 2009) y reducirá la capacidad de producción, por medio de una disminución de su línea de productos en al menos un 10 por ciento.
De acuerdo con declaraciones de la marca, la región Norteamérica a la que pertenece México ya ha realizado los ajustes correspondientes y no se verá afectada por este recorte masivo.