En la historia del automóvil, existen modelos que definitivamente se anticiparon a su época. Uno de ellos es el Cadillac Cyclone -Ciclón en español- un prototipo del año 1959 que más se acercaba al diseño de un avión que de un automóvil propiamente tal.
Puertas deslizables, y un frontal en punta que se asemejaba a misiles listos para ser disparados, daban cabida a un avanzado sistema de radares. En efecto, estrenó un sistema de prevención de colisiones que proporciona al conductor información sobre un objeto por delante, incluyendo la distancia al objeto y la distancia de frenado.
Cuando un sensor en el panel de instrumentos detectaba lluvia, se activaba automáticamente una especie de burbuja al más estilo de los Supersónicos, de una sola pieza, que daba protección a los ocupantes.
El Cyclone contaba con un motor delantero de 8 cilindros, de 350 caballos de potencia máxima, tracción trasera, que en el velocímetro marcaba hasta 320 Km/h de velocidad máxima, y que equipaba control automático de clima. Cadillac Cyclone, un verdadero avión de tierra.