Resulta impresionante como los autos de carreras han evolucionado en materia de seguridad, al grado que parecen casi indestructibles en caso de un accidente, o por lo menos resguardan muy bien a los ocupantes.
Este aumento en el nivel de seguridad hace que el número de muertes o lesiones en los pilotos descienda drásticamente a diferencia de años anteriores.
Una muestra de cómo los autos de carreras se han convertido en verdaderas cápsulas de seguridad fue el incidente que tuvo un Nissan GT-R en una competencia de “piques”, en una pista de cuarto de milla, en Australia.
Al ir a 270 km/h y perder la horizontal, este auto, dotado de 1.500 hp, giró de manera incontrolada sobre la pista. En total, el GT-R dio once volteretas antes de detenerse por completo.
Increíblemente, a pesar de lo aparatoso que fue este accidente y el nivel de destrucción que sufrió la carrocería, el piloto no sufrió ningún tipo de herida grave, salvo algunos hematomas.
Este Nissan GT-R vuelca a 270 km por hora dando casi una docena de giros