Pese a que no hay un anuncio oficial, se sabe que el Tata Nano dejó de producirse definitivamente, tras una década de fabricación en India. Desde finales de 2018 no sale ni una unidad de la línea de producción en Sanand y solo se ha vendido un auto durante este año, evidencias de que su etapa en el mercado doméstico llegó a su fin.
“Estamos vendiendo según la demanda”, señalan en la marca cuando se les consulta por el Nano, un auto muy importante por lo que representa emocionalmente para el dueño de la compañía, Ratan Tata, más que por su impacto comercial real en los últimos años.
El Nano también es conocido como el “Auto del Pueblo”, según lo bautizó la propio marca durante su presentación en el Salón de Nueva Delhi de 2008, cuando prometió que se comercializaría a un precio de 1 Lakh o 100 mil rupias, por entonces equivalente a unos dos mil dólares.
El proyecto Nano llevaba ya cinco años de desarrollo y desde antes de su lanzamiento se supo que la promesa del “1 Lakh” sería difícil de cumplir si la empresa buscaba generar utilidades. Sin embargo, el proyecto siguió adelante porque Ratan Tata soñaba con que el Nano lograra motorizar a la India o, más bien, conseguir que buen número de pobladores desistieran de comprar motos de dos y tres ruedas, que saturan las calles del país, y se subieran a un auto de verdad.
El Tata Nano se lanzó como un hatchback subcompacto de cinco puertas, con motor posterior y tracción trasera; medía 3,10 metros de largo, 1,50 metros de ancho y 1,60 metros de alto, con un peso de apenas 580 kilos y siendo mucho más espacioso que sus competidores.
Equipaba un motor bicilíndrico de 624 cc, que erogaba 33 caballos y ofrecía un consumo superior a los 80 kilómetros por galón. Se lanzó con tres niveles de equipo a bordo, aunque ninguno ofrecía frenos ABS, airbags, ni dirección asistida.
El Nano inició ventas a comienzos de 2009 y su éxito en la India fue inmediato (las ventas de su principal competidor en ese mercado cayeron un 25% ese mismo año), al punto de que Tata presentó un año después una versión pensada para Europa, que cumplía las normas de emisiones y seguridad, aunque nunca llegó a la línea de producción.
Sin embargo, el desprestigio del modelo fue escalando; primero, Tata debió cambiar el lugar de producción por problemas con los agricultores de la zona donde estaba construyendo su planta, lo que generó demoras en las entregas de hasta 18 meses. Luego, algunas unidades se incendiaron por problemas eléctricos que tardaron casi dos años en solucionarse. Finalmente, diversos problemas de fiabilidad dejaron a muchos clientes varados y molestos.
El golpe de gracia lo dio el precio, que fue subiendo lentamente hasta perder competitividad. Actualmente, un Nano se vende en Nueva Delhi por 2,57 lakhs (unos US$ 3.800 o 12,2 millones de pesos), mientras que un Suzuki Alto 800 cuesta apenas 30 mil rupias más (unos $1.500.000) y viene más equipado.
Durante los primeros cinco años, Tata comercializó menos de 250 mil unidades del Nano, la cifra que se había propuesto vender anualmente. Desde entonces las ventas han caído estrepitosamente. En marzo de 2015 se lanzó una actualización denominada GenX, con un rediseño exterior e interior y más accesorios de serie, pero no logró hacer remontar sus ventas.
En 2018 se entregaron menos de 300 unidades a los clientes, en un mercado que supera con creces los 3,4 millones de autos. Adiós Tata Nano, no sé si te extrañaremos.