Es un hecho que los fabricantes de vehículos de lujo y súperautos, además de ofrecer el máximo nivel de equipamiento y un desempeño superior, tienen un elevado control de calidad que no permite errores ni defectos en cada uno de los componentes que lo conforman.
Producir un vehículo perfecto requiere de un proceso de ensamble más minucioso y preciso, si se compara con los automóviles de volumen que tienen controles de calidad menos estrictos. Para lograr lo anterior, las compañías tienen una serie de procesos y herramientas que permiten que todos los materiales de alta calidad sean acoplados e impuestos de una forma escrupulosa.
Un ejemplo de esta atención al detalle en la producción de automóviles de lujo lo podemos ver en el proceso de pintura de los vehículos de Mercedes-Benz. Una vez que un automóvil es pintado pasa por una máquina rotativa -similar a los aparatos de lavado de autos- para eliminar las impurezas de la carrocería. Lo interesante de esta etapa por la que desfilan los vehículos de la firma alemana es que las máquinas encargadas de dar esta apariencia libre de partículas y una sensación suave utiliza plumas de avestruz debido a su alto nivel de estática.
Debido a la gran cantidad de vehículos que la marca germana produce día a día, la compañía tiene su propia granja de avestruces en Sudáfrica para satisfacer la demanda de las diversas plantas.
Así que cada vez que veamos un Mercedes-Benz no hay que olvidar que detrás del trabajo de pintura una avestruz tuvo que ver en el proceso.