La industria automotriz es una de las ramas de la ingeniería que más se acerca al arte, y cuanto más corta es la brecha entre el diseño de un auto y el buen gusto artístico, más memorable es el resultado. Captar la esencia y el dinamismo de vehículos que han hecho suspirar a varias generaciones en un simple objeto estático resulta casi una contradicción, pero el artista Dennys Hoyt lo logró, y el resultado es tan fantástico como original.
La creación de estas obras es posible gracias a una alquimia de oficios como la carpintería, herrería y por supuesto la escultura, ya que el artista logra darle vida a estos vehículos partiendo de un árbol que él mismo tala, seccionándolo, tallándolo y reforzando las zonas frágiles con una estructura de hierro. El resultado es un modelo surrealista de gran envergadura, con piezas que llegan hasta los 2 metros de largo.
Entre sus creaciones más espectaculares podemos encontrarnos con el Porsche 917L que corrió en LeMans en 1970 con su recordada estética “Hippie”, un Mercedes-Benz W196 Streamliner similar al utilizado por Fangio en 1954 y un impresionante duelo nocturno entre otro Porsche 917 y un Ferrari 512 en LeMans. Además de estas piezas emblemáticas del automovilismo, también podemos encontrarnos con carros históricos como el Lamborghini Miura o la Ferrari F50.
La técnica utilizada por Hoyt radica en un buen ojo para las proporciones, habilidad en el manejo de la madera y paciencia, mucha paciencia. Una pieza puede llevarle de 6 meses a un año para finalizarla; aunque parece mucho tiempo dedicado a una sola obra, el resultado vale la pena.