La nueva Ford Explorer está destinada, según aclama la marca, a revolucionar el segmento de las SUVs. Por esto, tomaron cada aspecto de la misma y le dieron la vuelta para hacerlo lo mejor posible. Un gran ejemplo de este profundo cambio es el motor y transmisión, o sea el tren motriz, que gracias a numerosas tecnologías logra que el vehículo sea 25% más eficiente que el modelo anterior.
También descartaron por completo la opción de un motor de ocho cilindros en V, así que concentraron sus energías en desarrollar al máximo la mecánica de seis cilindros.
El motor elegido, como mencionábamos es un V6 de 3.5L que produce 290 Hp y 255 Lb-Pie de torque lo que significa un retroceso de tan solo sólo 2 Hp menos con respecto del V8 equipado en el modelo anterior. El excelente nivel de potencia, combinado con un buen rendimiento de combustible se logra gracias a la incorporación de tecnologías como: inyección directa, menor fricción interna de las partes, doble árbol de levas de variación independiente (Ti-VCT), un clutch que desconecta el alternador cuando no se necesita, dirección asistida eléctricamente y el sistema de inyección que deja de administrar gasolina cuando se circula sin el acelerador –como por ejemplo en una bajada prolongada.
La transmisión fue específicamente diseñada para exprimir obtener lo el mejor desempeño más posible del motor así que aunque es una automática de seis cambios convencional, la relación entre los engranes es la ideal para que aunque logre un buen rendimiento de combustible (10.63Km/l), no se sin que se sienta lenta al arrancar y que emita los menos la menor cantidad de gases contaminantes al ambiente posibles.
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